Mi sombra…
Mi sombra no es muy grande y va siempre conmigo, pero qué hacer con ella, yo nunca lo he sabido. Es idéntica a mí, mide lo mismo de alto, y salta junto a mí cuando a la cama salto. Lo más raro que tiene es que crece a su modo, no como hacen los niños, que es siempre poco a poco; porque a veces se estira cual si fuese de goma y es tan pequeña a veces que se esfuma y se borra. No tiene ni noción de cómo juega un niño, y encuentra mil maneras de ponerme en ridículo. Se nota que es cobarde por cómo se me pega, pero yo hago igual que ella: ¡me pego a mi niñera! Un día muy temprano, antes de verse el sol, salí al jardín: brillaba rocío en cada flor; pero mi sombra vaga, dormida y haragana, no se vino conmigo y se quedó en la cama. R. L. Stevenson ( 1.850-1.894)